domingo, 31 de mayo de 2009

El final de una etapa

El viernes pasado me despedí de las clases en la universidad encerrándome durante 6 horas en las claustrofóbicas salas de AVID. Fue una despedida dura y grata a la vez al ver editado nuestro propio reportaje con apenas unos conocimientos rudimentarios sobre edición. Resulta interesante constatar que nadie se ha tomado la paciencia de enseñarnos la práctica de la edición pero todo el mundo exige que seamos expertos en el tema. El caso es que me di cuenta de que no volvería a dar clase en la UAB hasta el mes de marzo, ya que desde agosto de este año a febrero del año que viene estaría de Erasmus. Y entonces fue cuando pensé que cada año de universidad me ha pasado más rápido que el anterior y que en un año habré terminado la carrera y tendré que empezar a buscar trabajo (lo cual no será muy fácil teniendo en cuenta la crisis financiera).

Mi padre me recuerda siempre que puede el día en que me matriculé en la universidad. Por muy poco tuve que ir a clase en horario de tarde y, al enterarme, me sentí la persona más desdichada del mundo. Tenía que reestructurar mi vida y, lo que era peor, todos mis amigos iban a la universidad por la mañana. ¡Mi vida social estaba acabada! Mi padre me dijo, que al año siguiente podría cambiarme de grupo si ese fuera mi deseo pero que no querría en ningún caso, como así fue. Después de pasar tres años en el grupo 51 de tardes no puedo estar más contenta. Somos una clase totalmente cohesionada, que no duda en organizar fiestas, viajes o pequeñas escapadas conjuntas siempre que encuentra un hueco. He conocido a algunas personas que sé que ya se quedarán a mi lado para toda la vida, a pesar de que cada uno escriba su futuro de manera muy distinta. Así pues, me alegro de que lo que fue la peor noticia del mundo a priori, se convirtiese en una gran alegría a largo plazo. He acabado tercero y, con este curso, una etapa de mi vida universitaria. El año que viene empezará una etapa totalmente desconocida para mí. A ver lo que me depara el futuro en este caso…

jueves, 21 de mayo de 2009

Milan Kundera


Milan Kundera en su novela “La insoportable levedad del ser” reflexiona sobre el ser humano y sobre como éste se desenvuelve en diferentes situaciones de la vida cotidiana. Pero, sobre todo, enfatiza la distinción entre el cuerpo y el alma. El alma es lo que determina quiénes somos mientras que el cuerpo es un simple envoltorio que esconde el alma. En ocasiones los impulsos del cuerpo y del alma son contradictorios y, desde luego, no siempre es el alma quien se impone.

Se trata de un libro que te obliga a pensar con cada una de sus frases. No deja indiferente. Sin ser inicialmente consciente de ello va, sin embargo, dejando un importante poso. A mi, personalmente me ha cambiado la manera de ver la vida, incluso de enfrentarme a ella y me ha dado valor para tomar decisiones que quizá antes no habría imaginado.

Si debemos medir la importancia de una obra por su influencia –al menos en nuestras vidas- sin duda, “La insoportable levedad del ser” es una obra maestra del escritor checo Milan Kundera.

Wellerismo

"Las mata callando", dijo el policía sobre el asesino mudo.

(Wellerismo)

miércoles, 20 de mayo de 2009

Norman Foster: Premio Príncipe de Asturias de las Artes

El arquitecto inglés Norman Foster ha sido galardonado hoy con el Premio Príncipe de Asturias de las Artes. El arquitecto cuenta con más de 300 proyectos por todo el globo y, finalmente, su brillante trayectoria ha sido reconocida por el jurado de Oviedo.



Quizá es buen momento para añadir que su mujer, la española Doctora Elena Ochoa, inauguró hace pocos meses una galería / tienda de arte (Ivory Press) en la que expone obras de arte exclusivas y libros de una calidad extraordinaria editados por ella misma sobre artistas contemporáneos. El proyecto de interiorismo del local, cómo no, es obra de su marido Norman Foster.

miércoles, 13 de mayo de 2009

martes, 12 de mayo de 2009

Sensaciones agridulces

Erasmus. Según mi universidad (UAB) el programa Erasmus “facilita a los alumnos matriculados en universidades europeas la estancia académica en otra universidad europea”. Para mí, Erasmus es sinónimo de aventura, nerviosismo, excitación y melancolía. Cuando era pequeña deseaba entrar en la universidad por el simple motivo de poder marcharme de Erasmus. Siempre he tenido la necesidad de desaparecer de Barcelona durante un tiempo, por muy corto que sea. Por lo tanto, veía el Erasmus como la excusa perfecta para viajar.

No obstante, el día en que finalmente salió la resolución y vi que dentro de 4 meses estaría camino de Suiza, me invadió una sensación agridulce. Por una parte, no podía ser más feliz; por fin conocía con seguridad mi destino durante el próximo curso (y no podía ser en mejor compañía). Brindamos y nos emocionamos al dibujar nuestro futuro juntas a la orilla del lago de Lugano. Pero por otra parte, asomaba un sentimiento totalmente inesperado: la melancolía. Empecé a pensar que estaría seis meses separada de las personas a las que quiero. Al margen de su vida. No sería cómplice de sus alegrías o desgracias. Aunque sea por poco tiempo, nuestros caminos se separarían.

Aun así, la noticia no podía haber llegado en un mejor momento. Por fin puedo decir con la boca bien grande: ¡el curso que viene me voy de Erasmus!

lunes, 11 de mayo de 2009

Entrevista a Félix de Azúa (Parte 1)

1. Asistimos en estos tiempos a un empobrecimiento paulatino del lenguaje y de la comprensión lectora junto a la práctica desaparición del analfabetismo, al menos en las sociedades desarrolladas.
¿No es este un fenómeno paradójico?

Sí, porque pone de manifiesto que no es suficiente con enseñar la técnica de lectura y escritura, que es imprescindible insuflar el espíritu de ambas y eso (la auténtica educación) prácticamente ha desaparecido porque hay muy pocos profesionales que sepan "para qué sirve".

¿Podemos sacar alguna conclusión para el futuro del periodismo?

El problema mayor del periodismo no es exactamente el analfabetismo literario, sino que la profesión se ha ido acomodando a ser una oficina de reproducción de las secretarías de información de los partidos. Una tarea burocrática. El viejo periodismo de investigación está desapareciendo. Las facultades de periodismo deberían imponer como examen fin de carrera una investigación de altura, es decir, incómoda para los poderes oficiales. Ese debería ser el examen que capacitara a un buen periodista.

2. En un mundo tan polarizado políticamente y con las empresas de comunicación en cada vez un menor número de manos, ¿debe el periodista tratar de conseguir la excelencia estética de su trabajo y resignarse a abandonar la búsqueda de la verdad?

No hay diferencia entre la excelencia estética y la verdad. Como decía Wittgenstein, citando a Agustín de Hipona, la belleza es el resplandor de la verdad. O más exactamente: nulla etica sine aesthetica. Lo que admiramos absolutamente es lo verdadero en su forma física. No hay verdades "feas". Y para acabar con otra frase: "la verdad os hará libres" quiere decir que sólo es posible crear si uno es libre.