sábado, 28 de febrero de 2009

Prejuicios y tópicos

Vivimos en un mundo en el que quien diga que no tiene prejuicios miente. Los prejuicios nos ayudan a mantener una barrera de alerta que nos permite vivir más seguros. Cuando estos prejuicios son compartidos por la sociedad, se convierten en tópicos. No por ello debe tratarse de algo negativo, ni siquiera debe ser real, simplemente son opiniones compartidas. Etiquetas que entre todos colocamos a las personas, a los países, a las cosas, y que sin quererlo las tomamos como la verdad. Por ello, muchos artistas, directores de cine, músicos, etc., deciden aprovecharse de este pensamiento colectivo para sacarle el máximo partido.

Como he dicho, los prejuicios son algo de lo que no podemos desprendernos por completo. Así pues, ¿cómo puede ser posible que una producción cultural no refleje estos prejuicios o tópicos? El creador de una producción cultural plasma sus sentimientos y pensamientos manchados de tópicos en su obra. Algunos tratan en vano de evitarlo mientras otros los llevan al límite.

Este es el caso del director de cine Pedro Almodóvar quien no se esconde a la hora de utilizar tópicos españoles en sus películas. Pongamos por ejemplo su última creación (Volver). En el film, se muestra la vida de una familia de pueblo castellano, vestida como tal y que camina como tal e incluso que se saluda como tal (con besos extremadamente sonoros típicos de la España profunda). Se puede observar, sobre todo, en la actuación de Penélope Cruz, que es el personaje más llevado al extremo. Pero Almodóvar sabe como utilizar los tópicos de manera entrañable confiriendo una veracidad a sus personajes muy difícil de alcanzar por otros medios.

Pensemos entonces que más allá del sentimiento de vergüenza, o peor aún, de vergüenza ajena, que todos hemos sentido al escuchar un tópico sobre nuestros países existe otra forma de considerarlos que permite tanto comprender mejor nuestras auténticas raíces como mantener cierta tolerancia y comprensión sobre los tópicos de los demás.

Fuentes:

Páginas sobre el director de cine Pedro Almodóvar

http://www.vitrinasur.com/2008/08/25/filmoteca-las-peliculas-de-pedro-almodovar/

http://www.guzmanurrero.es/index.php/Cine/Entrevista-con-Pedro-Almodovar-II.html

http://sinezine.blogspot.com/2007/04/hable-con-ella-de-pedro-almodvar-pedro.html

viernes, 20 de febrero de 2009

¡Cuidado con el nuevo!


El año 1609 no sólo marcó de forma indeleble la vida de 300.000 personas injustamente expulsadas de la Península Ibérica, sino también la vida de nuestro país. Un país al que la mezcla de culturas habría podido enriquecer aún más si se hubiese permitido vivir en paz a los moriscos que habiendo renunciado a su religión primera tomaron voluntariamente la decisión de integrarse en la sociedad cristiana de su tiempo. No debemos olvidar que la cultura hispana es una suma de las diferentes culturas que han convivido en la Península: Iberos, fenicios, griegos, romanos, visigodos y también, y de modo especial durante casi siete siglos, bereberes y árabes de religión musulmana.

Soy de la opinión de que la raza, si es que todavía podemos hablar de la humanidad como dividida en razas, mejora con el intercambio cultural y genético. Tenemos buena prueba de ello en todos los tiempos, todos los países, todas las culturas. La mezcla enriquece, la pureza de sangre debilita y esteriliza.

Los 300.000 moriscos que fueron expulsados de España fueron convertidos en chivos expiatorios, de acuerdo con la vieja superstición de que si culpas a otros por las desgracias naturales, las plagas, o simplemente por nuestros propios errores, éstos desaparecerán como por arte de magia. Si culpamos a otros no tendremos que cuestionar nuestras actitudes, nuestras creencias, nuestros comportamientos. Se les expulsó por miedo a no entender su comportamiento, miedo a que se apoderaran de ‘nuestras’ posesiones y miedo a que se tratase de una raza superior. El hecho de expulsarlos a pesar del esfuerzo de muchos por integrarse voluntariosamente, muestra el complejo de inferioridad de una sociedad que no sabía cómo actuar frente al diferente.

Se podría realizar un símil con un nuevo alumno en clase. En la clase los grupos están formados y nadie quiere acoger al nuevo. Es tal vez diferente, no conoce a nadie y quién sabe si comparte los mismos gustos. En este caso los niños se preguntan: ¿por qué malgastar tiempo en alguien si no sabemos si nos vamos a llevar bien o no? Total, no necesitamos a nadie más. Quizá nos quite el sitio en el equipo o saque mejores notas. En cualquier caso: ¡Cuidado con el nuevo!

Se trata de un simple ejemplo que, a mi entender, refleja el motivo por el cual comenzó a aislarse a la sociedad morisca hasta el punto de que su expulsión resultara tan solo el último e inevitable paso en el camino de negación del otro, hasta hacerle perder todos sus derechos y conducirles al extrañamiento. Y es ‘extrañamiento’ un término castellano muy expresivo que define el proceso recorrido por la sociedad que ya había experimentado previamente con los judíos.


Fuentes: www.1609-2009.es