domingo, 31 de mayo de 2009

El final de una etapa

El viernes pasado me despedí de las clases en la universidad encerrándome durante 6 horas en las claustrofóbicas salas de AVID. Fue una despedida dura y grata a la vez al ver editado nuestro propio reportaje con apenas unos conocimientos rudimentarios sobre edición. Resulta interesante constatar que nadie se ha tomado la paciencia de enseñarnos la práctica de la edición pero todo el mundo exige que seamos expertos en el tema. El caso es que me di cuenta de que no volvería a dar clase en la UAB hasta el mes de marzo, ya que desde agosto de este año a febrero del año que viene estaría de Erasmus. Y entonces fue cuando pensé que cada año de universidad me ha pasado más rápido que el anterior y que en un año habré terminado la carrera y tendré que empezar a buscar trabajo (lo cual no será muy fácil teniendo en cuenta la crisis financiera).

Mi padre me recuerda siempre que puede el día en que me matriculé en la universidad. Por muy poco tuve que ir a clase en horario de tarde y, al enterarme, me sentí la persona más desdichada del mundo. Tenía que reestructurar mi vida y, lo que era peor, todos mis amigos iban a la universidad por la mañana. ¡Mi vida social estaba acabada! Mi padre me dijo, que al año siguiente podría cambiarme de grupo si ese fuera mi deseo pero que no querría en ningún caso, como así fue. Después de pasar tres años en el grupo 51 de tardes no puedo estar más contenta. Somos una clase totalmente cohesionada, que no duda en organizar fiestas, viajes o pequeñas escapadas conjuntas siempre que encuentra un hueco. He conocido a algunas personas que sé que ya se quedarán a mi lado para toda la vida, a pesar de que cada uno escriba su futuro de manera muy distinta. Así pues, me alegro de que lo que fue la peor noticia del mundo a priori, se convirtiese en una gran alegría a largo plazo. He acabado tercero y, con este curso, una etapa de mi vida universitaria. El año que viene empezará una etapa totalmente desconocida para mí. A ver lo que me depara el futuro en este caso…

jueves, 21 de mayo de 2009

Milan Kundera


Milan Kundera en su novela “La insoportable levedad del ser” reflexiona sobre el ser humano y sobre como éste se desenvuelve en diferentes situaciones de la vida cotidiana. Pero, sobre todo, enfatiza la distinción entre el cuerpo y el alma. El alma es lo que determina quiénes somos mientras que el cuerpo es un simple envoltorio que esconde el alma. En ocasiones los impulsos del cuerpo y del alma son contradictorios y, desde luego, no siempre es el alma quien se impone.

Se trata de un libro que te obliga a pensar con cada una de sus frases. No deja indiferente. Sin ser inicialmente consciente de ello va, sin embargo, dejando un importante poso. A mi, personalmente me ha cambiado la manera de ver la vida, incluso de enfrentarme a ella y me ha dado valor para tomar decisiones que quizá antes no habría imaginado.

Si debemos medir la importancia de una obra por su influencia –al menos en nuestras vidas- sin duda, “La insoportable levedad del ser” es una obra maestra del escritor checo Milan Kundera.

Wellerismo

"Las mata callando", dijo el policía sobre el asesino mudo.

(Wellerismo)

miércoles, 20 de mayo de 2009

Norman Foster: Premio Príncipe de Asturias de las Artes

El arquitecto inglés Norman Foster ha sido galardonado hoy con el Premio Príncipe de Asturias de las Artes. El arquitecto cuenta con más de 300 proyectos por todo el globo y, finalmente, su brillante trayectoria ha sido reconocida por el jurado de Oviedo.



Quizá es buen momento para añadir que su mujer, la española Doctora Elena Ochoa, inauguró hace pocos meses una galería / tienda de arte (Ivory Press) en la que expone obras de arte exclusivas y libros de una calidad extraordinaria editados por ella misma sobre artistas contemporáneos. El proyecto de interiorismo del local, cómo no, es obra de su marido Norman Foster.

miércoles, 13 de mayo de 2009

martes, 12 de mayo de 2009

Sensaciones agridulces

Erasmus. Según mi universidad (UAB) el programa Erasmus “facilita a los alumnos matriculados en universidades europeas la estancia académica en otra universidad europea”. Para mí, Erasmus es sinónimo de aventura, nerviosismo, excitación y melancolía. Cuando era pequeña deseaba entrar en la universidad por el simple motivo de poder marcharme de Erasmus. Siempre he tenido la necesidad de desaparecer de Barcelona durante un tiempo, por muy corto que sea. Por lo tanto, veía el Erasmus como la excusa perfecta para viajar.

No obstante, el día en que finalmente salió la resolución y vi que dentro de 4 meses estaría camino de Suiza, me invadió una sensación agridulce. Por una parte, no podía ser más feliz; por fin conocía con seguridad mi destino durante el próximo curso (y no podía ser en mejor compañía). Brindamos y nos emocionamos al dibujar nuestro futuro juntas a la orilla del lago de Lugano. Pero por otra parte, asomaba un sentimiento totalmente inesperado: la melancolía. Empecé a pensar que estaría seis meses separada de las personas a las que quiero. Al margen de su vida. No sería cómplice de sus alegrías o desgracias. Aunque sea por poco tiempo, nuestros caminos se separarían.

Aun así, la noticia no podía haber llegado en un mejor momento. Por fin puedo decir con la boca bien grande: ¡el curso que viene me voy de Erasmus!

lunes, 11 de mayo de 2009

Entrevista a Félix de Azúa (Parte 1)

1. Asistimos en estos tiempos a un empobrecimiento paulatino del lenguaje y de la comprensión lectora junto a la práctica desaparición del analfabetismo, al menos en las sociedades desarrolladas.
¿No es este un fenómeno paradójico?

Sí, porque pone de manifiesto que no es suficiente con enseñar la técnica de lectura y escritura, que es imprescindible insuflar el espíritu de ambas y eso (la auténtica educación) prácticamente ha desaparecido porque hay muy pocos profesionales que sepan "para qué sirve".

¿Podemos sacar alguna conclusión para el futuro del periodismo?

El problema mayor del periodismo no es exactamente el analfabetismo literario, sino que la profesión se ha ido acomodando a ser una oficina de reproducción de las secretarías de información de los partidos. Una tarea burocrática. El viejo periodismo de investigación está desapareciendo. Las facultades de periodismo deberían imponer como examen fin de carrera una investigación de altura, es decir, incómoda para los poderes oficiales. Ese debería ser el examen que capacitara a un buen periodista.

2. En un mundo tan polarizado políticamente y con las empresas de comunicación en cada vez un menor número de manos, ¿debe el periodista tratar de conseguir la excelencia estética de su trabajo y resignarse a abandonar la búsqueda de la verdad?

No hay diferencia entre la excelencia estética y la verdad. Como decía Wittgenstein, citando a Agustín de Hipona, la belleza es el resplandor de la verdad. O más exactamente: nulla etica sine aesthetica. Lo que admiramos absolutamente es lo verdadero en su forma física. No hay verdades "feas". Y para acabar con otra frase: "la verdad os hará libres" quiere decir que sólo es posible crear si uno es libre.

Entrevista a Félix de Azúa (Parte 2)

3. Entre los escritores parece haber discrepancias respecto a la influencia que tiene en su producción el uso de una u otra herramienta de trabajo. Así, mientras que Javier Marías escribe a máquina, García Márquez prefiere el ordenador. Algún otro, más estricto, sigue escribiendo a mano.

¿Cuál es su opinión al respecto?

Bueno, en mi caso sigo escribiendo a mano el primer escrito y luego corrijo en ordenador. Excepto Marías, que es un fenómeno aparte en casi todo, me parece que ya no queda nadie que no corrija en ordenador. Acorta el tiempo de trabajo casi en una décima parte. En cambio conozco a muchos escritores que, como yo, prefieren pelearse con tinta y papel en el primer esbozo.


¿Parece lógico pensar que la inmediatez de un artículo periodístico se acomoda mejor al uso del ordenador, mientras que un poema o una novela deben desarrollarse en un proceso más físico de la escritura manual?

Sí, es lo que te respondo en la pregunta anterior, pero si incluímos la poesía entonces no me cabe la menor duda de que el ordenador no es adecuado para esa escritura. El poema es un trabajo constante. Los poetas, cuando los había, llevaban sus papeles en el bolsillo y anotaban mientras caminaban, mientras iban en metro, mientras comían e incluso mientras dormían. El poema es incompatible con la inmovilidad.

martes, 5 de mayo de 2009

La uva y el vino

Un hombre de las viñas habló, en agonía, al oído de

Marcela. Antes de morir, le reveló su secreto:


- La uva- le susurró- está hecha de vino.


Marcela Pérez-Silva me lo contó, y yo pensé: Si la uva

está hecha de vino, quizá nosotros somos las palabras

que cuentan lo que somos.


"El Libro de los Abrazos", Eduardo Galeano

viernes, 1 de mayo de 2009

El Castillo


Hay castillos de muchos tipos. Están aquellos castillos tenebrosos que esconden tras sus paredes el recuerdo de una tragedia y los que, lejos de aterrorizar, derrochan magia. Las películas de Disney son más propensas a mostrar el tipo de castillo que oculta a la princesa que debe ser rescatada por su príncipe azul. Por el contrario, las obras que tratan de ser más realistas, relatan las batallas sucedidas alrededor de una de estas fortalezas habitualmente regentadas por un hombre poderoso.
A lo largo de mi vida, he tenido tres experiencias significativas relacionadas con castillos. Todas ellas muy diferentes. La primera fue la visita al castillo de La Bella Durmiente en Disneyland París. Era el tipo de castillo que desprende magia y alegría por doquier. Y a mi corta edad de 6 años me sentía prácticamente en el paraíso.
La segunda experiencia sucedió en un pueblo de Francia llamado Villefranche, cercano a la frontera con Suiza. Mi familia y yo pasamos una noche en el castillo de un conde que alquilaba habitaciones para poder mantener el edificio. Esa misma noche una gran tormenta caía sobre el pueblo. Todavía recuerdo los rayos que se dibujaban sobre el castillo regalándonos una imagen propia de película de terror. Por otra parte, el interior era de lo más tenebroso. Habitaciones y pasillo estaban decoradas con maniquíes vestidos de época. Decidí dormir con la música puesta para no escuchar ningún ruido.
Por último, mi tercera y última experiencia ocurre cada verano en Torremontalbo, La Rioja, el pueblo en el que veraneo. Mi padre, enamorado de ese lugar en el que pasaba varios meses al año durante toda su infancia, me lleva a hacer excursiones por los alrededores. Por supuesto tenemos una cita obligatoria con el Castillo de Davalillo, desde el que se pueden contemplar los viñedos riojanos y el curso del río Ebro. Allí arriba, en el interior del castillo, ahora prácticamente en ruinas, te invade la sensación de libertad y, a la vez, de tener el control sobre todo aquello que, durante unos momentos, se encuentra a tus pies.
Por mi corta experiencia, se que los castillos agudizan las emociones de aquel que se encuentra en su interior.

jueves, 16 de abril de 2009

Globalizando la cultura

A lo largo de los años, la cultura ha ido variando poco a poco. Es algo inevitable ya que la sociedad ha cambiado notablemente. Antaño las tradiciones pasaban de padres a hijos, como los cuentos de niños y, quizá, las tradiciones de un pueblo eran totalmente distintas a las del pueblo de al lado. Ahora esta magia se ha perdido. La sociedad industrial ha convertido a los individuos en masa, creando una cultura común para todos a la que Dwight Mc.Donald califica de “masscult”. Con los medios de comunicación, la manipulación se ha convertido en masiva y la cultura de masas es una vulgarización nefasta de la cultura. Pero no son únicamente los medios de comunicación los que han hecho que la cultura cambie de este modo. El aumento de la inmigración y emigración ha colaborado a este cambio. Con la inmigración va desapareciendo poco a poco la tradición y, por tanto, la cultura se rige por una normativa y no por la tradición.
Es a esto, en parte, a lo que llamamos el fenómeno de la globalización. Para bien y para mal, la cultura americana ha logrado imponerse a las demás de manera prácticamente irreversible. El resto de culturas, sobre todo occidentales, han ido incorporando tradiciones que nada tienen que ver con las suyas propias. Un claro ejemplo es Halloween, Papá Noel o San Valentín, y dentro de poco podremos hablar incluso del Día de Acción de Gracias. Son tradiciones anglosajonas que hemos incorporado por ‘culpa’ de la cultura de masas. En España, la mayor parte de series de televisión con más audiencia son las estadounidenses. A través de ellas nos incorporan su cultura y poco a poco nos vamos asemejando más y las diferencias entre sociedades se desvanecen.
En mi opinión, considero que los medios de comunicación son una buena manera de mostrar el comportamiento de cada sociedad pero nunca se deberían olvidar las tradiciones propias para incorporar tradiciones ajenas que no nos pertenecen.

domingo, 12 de abril de 2009

Haiku

Cuando se baila

Los sentimientos vuelan,

El cuerpo arde



Bajo la luna

Se dispara el tiempo,

La gente baila



Flor primaveral

Lucha por aparecer

Bajo la nieve

viernes, 3 de abril de 2009

Sorolla: Visión de España


Desde el 20 de febrero hasta el 3 de mayo de 2009, el Museu Nacional d’Art de Catalunya (MNAC) expone la colección de la Hispanic Society of America, de Joaquín Sorolla y Bastida. Conviene saber, incluso antes de visitar la exposición, que está dividida en dos salas: la primera muestra los bocetos realizados a escala, mientras que en la segunda se puede apreciar la magnitud y luminosidad de sus cuadros. El contraste entre las dos salas es espectacular, hasta tal punto que se podría pensar que las representaciones pictóricas no pertenecen al mismo autor. Sorolla es conocido como un artista que pinta lienzos de gran formato y que utiliza la luz como protagonista de sus cuadros (al menos desde 1894 cuando desarrolló el luminismo). Curiosamente, sus bocetos previos son oscuros y tenebrosos, a pesar de que los temas tratados sean parecidos, si no los mismos. A mi, personalmente, me decepcionó el contenido de la primera sala. Pero mis expectativas resultaron sobradamente cumplidas en la segunda, en la que se respiraba un ambiente mágico, rodeado de cuadros de varios metros de altura que desprendían tanta luz natural que hasta se podrían haber visto con las luces del museo apagadas. Se encontraban en una sala vacía, de enormes dimensiones y dividida en tres grandes cubículos para poder apreciar cada imagen separada de las demás y dedicándoles el tiempo necesario. Las paredes blancas, para evitar distracciones, tan solo presentaban los cuadros y citas diversas del autor escritas en pintura dorada, de acuerdo con la luminosidad de la obra. Una obra con la que tras encontrarme a solas durante unos minutos comprendí por qué ha pasado a la historia.






Fuentes:
http://es.wikipedia.org/wiki/Sorolla
http://www.todacultura.com/movimientosartisticos/luminismo.htm
http://www.pintoresfamosos.cl/obras-2/sorolla-bastida-5.htm
http://www.revistadearte.com/2009/02/22/el-mnac-acoge-vision-de-espana-de-sorolla-la-coleccion-de-la-hispanic-society-of-america/
http://www.mnac.cat/exposicions/exp_presents_f.jsp?lan=001&actualPage=null&id=00000040

sábado, 21 de marzo de 2009

Itaca

Existen multitud de motivos, razones y objetivos que nos impulsan a viajar, y casi tantas formas distintas de llevar a cabo ese viaje. Yo, personalmente, prefiero viajar por el placer de hacerlo, para conocer el lugar al que viajo, callejear y saborear los manjares autóctonos. Disfruto sentada durante horas en cualquier parque observando lo que me ofrece ese lugar y que no puede ofrecerme mi propia ciudad.
En una ocasión, realicé un viaje en el que lo único realmente claro era el día y la ciudad a la que llegaría y el día y la ciudad desde la que partiría. Fue un viaje que personalmente me enriqueció mucho. A pesar de la necesidad de estar en 15 días al otro lado de la península escandinava, podíamos deleitarnos con cada nuevo sitio que visitábamos e incluso variar nuestra ruta siempre y cuando llegáramos a tiempo al destino final. El destino final era solo eso: nuestro destino. Un lugar desde el que tomar el avión de regreso a Barcelona. El verdadero viaje fueron esas dos semanas desplazándonos en tren, autobús, ferry y autostop por la península. Desde entonces, mi manera de viajar sufrió un gran cambio. No viajo para haber estado en otro lugar, viajo para conocer ese lugar.









“Life is what happens to you while you're busy making other plans” John Lennon.



Fuente: http://logiaitaca.bligoo.com/content/view/97480/Viaje_a_ITACA_CONSTANTINO_KAVAFIS.html

martes, 10 de marzo de 2009

Pasión por viajar


La primera vez que entré en la página tuAventura.org no sabía muy bien lo que me iba a encontrar. No sabía qué tipo de personas escribían allí ni las experiencias que contarían. Pude observar que se trata de hombres y mujeres de toda edad y condición que simplemente comparten su pasión por viajar. Leí un par de relatos y, sin darme cuenta, pude sentir con claridad lo que el autor del texto trataba de transmitir al explicar su aventura personal.

No es necesario viajar físicamente para que tu mente se desplace a otros lugares y los disfrute. Del mismo modo se podría decir que es posible viajar sin disfrutar de la experiencia que supone conocer otro lugar. Es solo cuestión de predisposición.



Fuente: www.tuaventura.org



lunes, 9 de marzo de 2009

Nunca fue tan grato el desvío

Al escribir el término Lofoten en Google lo primero que aparece es una serie de imágenes extraordinarias que describen a la perfección el archipiélago noruego. Era principios de agosto del año 2007 cuando casi por accidente puse mis pies en Svolvaer, la capital de las islas Lofoten. Estaba de interrail con dos amigos por la Península escandinava cuando, en un tren que nos dirigía a Fläm, nos topamos con Arantxa, una periodista madrileña que realizaba un reportaje sobre Escandinavia. Nos preguntó qué tipo de viaje estábamos haciendo, cuál era nuestro presupuesto y hacia dónde nos dirigíamos. En principio al bajar del tren nuestros caminos se dividían pero el destino hizo que nos encontrásemos de nuevo en Bergen, una bonita ciudad pesquera. En un McDonald’s de Bergen fue donde Arantxa y su compañero nos aconsejaron que visitáramos las islas Lofoten. Nos dijeron que en esta época del año se trataba de un lugar idílico. Nosotros teníamos el interrail perfectamente organizado para llegar a Helsinki, la capital de Finlandia, el día 15 de agosto y no podíamos permitirnos ninguna demora. No obstante, su insistencia nos llevó a desviar nuestra ruta. Al salir de Bergen pasamos por Trondheim y más tarde por Bodo, desde donde salía el Ferry con dirección a las islas Lofoten. Recuerdo que la brisa del mar, congelada pasado el círculo polar, olía a libertad y despreocupación. Un sentimiento que a medida que nos acercábamos al archipiélago se veía aumentado.
Llegamos a tiempo para coger el único bus de la tarde, que pasaba a las 17.30 por el centro de la ciudad y nos llevaba al camping. El conductor, muy agradable y sin conocimiento alguno de inglés, trataba de explicarnos anécdotas de la ciudad. Una ciudad con apenas 9.000 habitantes. Nos dejó en la puerta del camping y allí fue donde nos enamoramos de la isla. Se trataba de un camping con bungalows de madera y con vistas a unos fiordos, flanqueados por montañas, pero aparentemente infinitos. Aquel lugar era la definición de belleza. Lo único que queríamos era explorar la isla así que corrimos montaña arriba con la ayuda del perro del dueño que nos guiaba por lugar seguro. Hasta que aparecimos en la cumbre de la montaña. Una montaña que aparentemente era de gran altura pero en la que te sentías terriblemente pequeño al verte rodeado de cordilleras mucho mayores. Una vez allí, la misma sensación nos invadió a los tres así que nos miramos y chillamos a pleno pulmón. Estábamos tan alejados de la realidad, de nuestra realidad, que nos sentíamos libres de hacer lo que en plena ciudad no podíamos. Fue una grata sensación de libertad.
Aquella noche el dueño del camping se ofreció a llevarnos a la mañana siguiente en su lancha por los fiordos. Así que nos fuimos a dormir nerviosos por conocer qué más podría enseñarnos aquel lugar que no dejaba de sorprendernos. Nos despertamos con los rayos del sol entrando por nuestra ventana anunciando que sería un gran día. Nos enfundamos en nuestros bañadores y ropa de verano por primera vez desde que despegamos de Barcelona. La verdad es que no parecía que hubiésemos cruzado el círculo polar. Como cada mañana desayunamos bocadillos de embutidos traídos de casa para ocasiones en que no hubiese otra alternativa. Y subimos a la lancha con ganas de hablar con aquel hombre. Nos paseó por el Trollfjord y nos explicó leyendas de la isla mientras comíamos bacalao seco (comida típica de los vikingos). El agua era cristalina y por allí no había un alma, tan solo las medusas que rondaban la lancha. Una vez hubimos llegado a un rincón recogido nos preguntó si queríamos bañarnos. Nunca pensé que me bañaría en el círculo polar pero así fue. Primero nos duchamos en las cataratas que resbalaban por las paredes de aquellas montañas erosionadas que nos rodeaban. Y más tarde nos lanzamos al agua. Fue entrar y salir. Era aquella sensación de mil puñales clavándose en el cuerpo que realmente nunca había sentido antes. No se puede sentir en el Mediterráneo. Pero a pesar del dolor nos volvimos a tirar. ¿Por qué? Creo que nunca sabré qué nos llevó a hacer aquello pero era una sensación parecida a la de gritar en la cumbre de la montaña. Fuimos empujados por una fuerza superior.
Al volver al camping me quedé un tiempo sentada en el muelle y observando la inmensidad, sin pensar, solo disfrutando de ese lugar que se mostraba desnudo ante mí.
En ocasiones parece que debamos viajar muy lejos para descubrir lugares como las islas Lofoten pero yo lo descubrí a 3.300 kilómetros de casa. Ahora puedo decir que valió la pena desviar mi camino.

sábado, 7 de marzo de 2009

¿Qué importa el autor cuando se trata de arte?

El arte es subjetivo. Según la RAE, el arte es la “manifestación de la actividad humana mediante la cual se expresa una visión personal y desinteresada que interpreta lo real o imaginado con recursos plásticos, lingüísticos o sonoros”. Es arte aquello que despierta en nosotros emociones y sin saber por qué nos lleva a un mundo paralelo de alegría, furia o tristeza independientemente de nuestro humor ‘real’. Y no todo el mundo se siente atraído por el mismo arte. Así pues, ¿cómo es posible que se valore tanto una obra y otra se considere inferior?
A mi entender, la relación de la mayoría de las personas con el mundo del arte, especialmente en nuestra sociedad occidental, contiene una gran dosis de hipocresía porque se tiende a apreciar aquello que se supone que hay que apreciar y no lo que realmente suscita nuestras emociones.
Existen coleccionistas de arte que más que obras de arte coleccionan grandes nombres. Tener un Goya, un Velázquez o un Mondrian en casa automáticamente sube tu caché. ¡Qué más da si se trata de un cuadro bello o no! Por otro lado, hay personas sin los recursos necesarios para comprarse una obra de renombre que disfrutan con la posesión de una figurita de los chinos. ¿Por qué no se le puede llamar arte a ello? ¿Acaso no se creó con la misma dedicación que cualquier Giacometti? Incluso yo misma podría considerar que las fotografías que tomo son arte porque evocan momentos de mi vida que me hacen sonreír y despiertan emociones en mí. Quizá emociones más fuertes incluso que las flores primaverales y las mujeres de Mucha, que ya es decir.
Por este motivo considero que todos somos poseedores de arte a nuestra manera, ya se trate de un Rothko de dos metros de altura o de un dibujo a lápiz garabateado a los 5 años. Lo importante no es el autor sino lo que sientes al verlo.


Fuente: DRAE

sábado, 28 de febrero de 2009

Prejuicios y tópicos

Vivimos en un mundo en el que quien diga que no tiene prejuicios miente. Los prejuicios nos ayudan a mantener una barrera de alerta que nos permite vivir más seguros. Cuando estos prejuicios son compartidos por la sociedad, se convierten en tópicos. No por ello debe tratarse de algo negativo, ni siquiera debe ser real, simplemente son opiniones compartidas. Etiquetas que entre todos colocamos a las personas, a los países, a las cosas, y que sin quererlo las tomamos como la verdad. Por ello, muchos artistas, directores de cine, músicos, etc., deciden aprovecharse de este pensamiento colectivo para sacarle el máximo partido.

Como he dicho, los prejuicios son algo de lo que no podemos desprendernos por completo. Así pues, ¿cómo puede ser posible que una producción cultural no refleje estos prejuicios o tópicos? El creador de una producción cultural plasma sus sentimientos y pensamientos manchados de tópicos en su obra. Algunos tratan en vano de evitarlo mientras otros los llevan al límite.

Este es el caso del director de cine Pedro Almodóvar quien no se esconde a la hora de utilizar tópicos españoles en sus películas. Pongamos por ejemplo su última creación (Volver). En el film, se muestra la vida de una familia de pueblo castellano, vestida como tal y que camina como tal e incluso que se saluda como tal (con besos extremadamente sonoros típicos de la España profunda). Se puede observar, sobre todo, en la actuación de Penélope Cruz, que es el personaje más llevado al extremo. Pero Almodóvar sabe como utilizar los tópicos de manera entrañable confiriendo una veracidad a sus personajes muy difícil de alcanzar por otros medios.

Pensemos entonces que más allá del sentimiento de vergüenza, o peor aún, de vergüenza ajena, que todos hemos sentido al escuchar un tópico sobre nuestros países existe otra forma de considerarlos que permite tanto comprender mejor nuestras auténticas raíces como mantener cierta tolerancia y comprensión sobre los tópicos de los demás.

Fuentes:

Páginas sobre el director de cine Pedro Almodóvar

http://www.vitrinasur.com/2008/08/25/filmoteca-las-peliculas-de-pedro-almodovar/

http://www.guzmanurrero.es/index.php/Cine/Entrevista-con-Pedro-Almodovar-II.html

http://sinezine.blogspot.com/2007/04/hable-con-ella-de-pedro-almodvar-pedro.html

viernes, 20 de febrero de 2009

¡Cuidado con el nuevo!


El año 1609 no sólo marcó de forma indeleble la vida de 300.000 personas injustamente expulsadas de la Península Ibérica, sino también la vida de nuestro país. Un país al que la mezcla de culturas habría podido enriquecer aún más si se hubiese permitido vivir en paz a los moriscos que habiendo renunciado a su religión primera tomaron voluntariamente la decisión de integrarse en la sociedad cristiana de su tiempo. No debemos olvidar que la cultura hispana es una suma de las diferentes culturas que han convivido en la Península: Iberos, fenicios, griegos, romanos, visigodos y también, y de modo especial durante casi siete siglos, bereberes y árabes de religión musulmana.

Soy de la opinión de que la raza, si es que todavía podemos hablar de la humanidad como dividida en razas, mejora con el intercambio cultural y genético. Tenemos buena prueba de ello en todos los tiempos, todos los países, todas las culturas. La mezcla enriquece, la pureza de sangre debilita y esteriliza.

Los 300.000 moriscos que fueron expulsados de España fueron convertidos en chivos expiatorios, de acuerdo con la vieja superstición de que si culpas a otros por las desgracias naturales, las plagas, o simplemente por nuestros propios errores, éstos desaparecerán como por arte de magia. Si culpamos a otros no tendremos que cuestionar nuestras actitudes, nuestras creencias, nuestros comportamientos. Se les expulsó por miedo a no entender su comportamiento, miedo a que se apoderaran de ‘nuestras’ posesiones y miedo a que se tratase de una raza superior. El hecho de expulsarlos a pesar del esfuerzo de muchos por integrarse voluntariosamente, muestra el complejo de inferioridad de una sociedad que no sabía cómo actuar frente al diferente.

Se podría realizar un símil con un nuevo alumno en clase. En la clase los grupos están formados y nadie quiere acoger al nuevo. Es tal vez diferente, no conoce a nadie y quién sabe si comparte los mismos gustos. En este caso los niños se preguntan: ¿por qué malgastar tiempo en alguien si no sabemos si nos vamos a llevar bien o no? Total, no necesitamos a nadie más. Quizá nos quite el sitio en el equipo o saque mejores notas. En cualquier caso: ¡Cuidado con el nuevo!

Se trata de un simple ejemplo que, a mi entender, refleja el motivo por el cual comenzó a aislarse a la sociedad morisca hasta el punto de que su expulsión resultara tan solo el último e inevitable paso en el camino de negación del otro, hasta hacerle perder todos sus derechos y conducirles al extrañamiento. Y es ‘extrañamiento’ un término castellano muy expresivo que define el proceso recorrido por la sociedad que ya había experimentado previamente con los judíos.


Fuentes: www.1609-2009.es