Erasmus. Según mi universidad (UAB) el programa Erasmus “facilita a los alumnos matriculados en universidades europeas la estancia académica en otra universidad europea”. Para mí, Erasmus es sinónimo de aventura, nerviosismo, excitación y melancolía. Cuando era pequeña deseaba entrar en la universidad por el simple motivo de poder marcharme de Erasmus. Siempre he tenido la necesidad de desaparecer de Barcelona durante un tiempo, por muy corto que sea. Por lo tanto, veía el Erasmus como la excusa perfecta para viajar.
No obstante, el día en que finalmente salió la resolución y vi que dentro de 4 meses estaría camino de Suiza, me invadió una sensación agridulce. Por una parte, no podía ser más feliz; por fin conocía con seguridad mi destino durante el próximo curso (y no podía ser en mejor compañía). Brindamos y nos emocionamos al dibujar nuestro futuro juntas a la orilla del lago de Lugano. Pero por otra parte, asomaba un sentimiento totalmente inesperado: la melancolía. Empecé a pensar que estaría seis meses separada de las personas a las que quiero. Al margen de su vida. No sería cómplice de sus alegrías o desgracias. Aunque sea por poco tiempo, nuestros caminos se separarían.
Aun así, la noticia no podía haber llegado en un mejor momento. Por fin puedo decir con la boca bien grande: ¡el curso que viene me voy de Erasmus!
y yo me voy contigo ! :)
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