viernes, 1 de mayo de 2009
El Castillo
Hay castillos de muchos tipos. Están aquellos castillos tenebrosos que esconden tras sus paredes el recuerdo de una tragedia y los que, lejos de aterrorizar, derrochan magia. Las películas de Disney son más propensas a mostrar el tipo de castillo que oculta a la princesa que debe ser rescatada por su príncipe azul. Por el contrario, las obras que tratan de ser más realistas, relatan las batallas sucedidas alrededor de una de estas fortalezas habitualmente regentadas por un hombre poderoso.
A lo largo de mi vida, he tenido tres experiencias significativas relacionadas con castillos. Todas ellas muy diferentes. La primera fue la visita al castillo de La Bella Durmiente en Disneyland París. Era el tipo de castillo que desprende magia y alegría por doquier. Y a mi corta edad de 6 años me sentía prácticamente en el paraíso.
La segunda experiencia sucedió en un pueblo de Francia llamado Villefranche, cercano a la frontera con Suiza. Mi familia y yo pasamos una noche en el castillo de un conde que alquilaba habitaciones para poder mantener el edificio. Esa misma noche una gran tormenta caía sobre el pueblo. Todavía recuerdo los rayos que se dibujaban sobre el castillo regalándonos una imagen propia de película de terror. Por otra parte, el interior era de lo más tenebroso. Habitaciones y pasillo estaban decoradas con maniquíes vestidos de época. Decidí dormir con la música puesta para no escuchar ningún ruido.
Por último, mi tercera y última experiencia ocurre cada verano en Torremontalbo, La Rioja, el pueblo en el que veraneo. Mi padre, enamorado de ese lugar en el que pasaba varios meses al año durante toda su infancia, me lleva a hacer excursiones por los alrededores. Por supuesto tenemos una cita obligatoria con el Castillo de Davalillo, desde el que se pueden contemplar los viñedos riojanos y el curso del río Ebro. Allí arriba, en el interior del castillo, ahora prácticamente en ruinas, te invade la sensación de libertad y, a la vez, de tener el control sobre todo aquello que, durante unos momentos, se encuentra a tus pies.
Por mi corta experiencia, se que los castillos agudizan las emociones de aquel que se encuentra en su interior.
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no sabía que també havies estat a Villefranche!!! es monísim! des de la platja es veu la mansió de la Tina Turner!!!
ResponderEliminarcuando he visto la foto que publicas se me han venido a la cabeza todos los recuerdos de cuando pasé por San Asensio dirección Logroño y de las imágenes que hice de esas casas de piedra, en Torremontalbo, al borde de la carretera.
ResponderEliminarLlevo 16 meses recorriendo España a pie y, como es lógico, he tenido la oportunidad de ver paisajes absolutamente extasiantes. Uno de ellos es el que se puede ver desde el mirador que hay en San Asensio, desde donde, probablemente, se ve este castillo que dices, además de los viñedos y el río dividiéndolo, los castillos encima de aquellos promontorios y las montañas de fondo con un cielo, más que gris, azul plomo oscurísimo, por el cuel se filtraban haces de luz que, en algún momento, y de manera aleatoria, iluminaban el paisaje a trozos. Cuando estuve allí, el tiempo era muy inestable, y en el plazo de un par de horas, el valle que se ve desde ese mirador, cambió de aspecto más de diez veces. De aquella escena guardo más de 400 imágenes. Me prometí volver, y así será, probablemente, la próxima primavera.
Un saludo.